En breve
La pandemia ha impulsado a más personas a recrearse al aire libre y explorar el cañón. Y en muchos casos, no están dejando el lugar en mejor estado que cuando llegaron. La basura se ha acumulado. La aglomeración ha llevado a las personas a estacionarse en áreas no designadas, a forjar sus propios caminos en bosques inmaculados y a causar daño al delicado ecosistema. Además, el agua se ha contaminado con excremento humano y de perro.
Las raíces de Jenny Kittredge en el Cañón Oak Creek se remontan 92 años al día en que su abuelo llegó en motocicleta, en compañía de su mono domesticado, un coyote bebé y un llamado que su nieta heredaría.
Como muchos antes y después de él, Robert Kittredge padre se sintió atraído por un cañón desértico de Arizona formado hace millones de años cuando movimientos tectónicos crearon una cuna de 12 millas en medio de los acantilados grises y rojos. Para el agua. Para bosques silvestres y flores. Para la vida en Mogollon Rim.

costa este hacia el Cañón Oak Creek en 1930. En el sidecar de la motocicleta, llevaban a un coyote bebé y a un mono que había rescatado en el camino de un circo que cerró (y ambos animales tenían gafas y una gorra para utilizar dentro de la moto.) Foto cortesía de Jenny Kittredge
Robert y su hermano compraron un tramo de tierra en 1930 a $60 el acre. Tenían un libro titulado “Cómo construir una verdadera casa de troncos” (“How to Build a Real Log House.”) Y con la ayuda de caballos prestados, pasaron tres años construyendo una casa en el cañón. La familia de Jenny cuenta la historia de su abuelo en su página web del Forest Houses Resort, donde una cabaña de troncos enclavada entre el arroyo y los acantilados de caliza y arenisca se ha convertido en un remanso de 16 cabañas para parejas de luna de miel, excursionistas y cualquiera que se sienta atraído por las rocas rojas de la región.
El encantador cañón entre Sedona y Flagstaff se ha convertido en una atracción global para personas que buscan una conexión con la naturaleza, con algo más grande que sí mismos, en un lugar al que se le suele llamar “Tierra bendecida por Dios”.
La gente de aquí entiende la atracción. Jenny lo entiende, como lo entendía su abuelo antes que ella. Pero ahora son más los arizonenses que se preocupan de que tanto amor esté destruyendo el espíritu y la salud del cañón y sus criaturas.
Una mañana fría en enero, Jenny habla sobre su labor cuidando del destino de vacaciones que ocupa 20 acres en la parte superior del Cañón Oak Creek.
El cañón ha albergado a tres generaciones de su familia. Para los visitantes que van y vienen, hay un entendimiento de lo que el cañón significa para las personas del pasado y del presente. Para Jenny, el cañón está sanando.
“Realmente es un lugar donde siento una paz y un rejuvenecimiento no he encontrado en ningún otro lado”, dice.

Los caminos serpenteantes del Cañón Oak Creek atraviesan arroyos y pasan por encima de montañas adornadas con robles antiguos que vigilan y arces frondosos que se tornan amarillo y rojo en el otoño. En la profundidad de los caminos donde el agua corre rápidamente por encima de causas y abismos en el fondo del cañón, crece el vapor como fantasmas que te transportan a otro tiempo.
Como muchos destinos populares para el ecoturismo en Arizona, el Cañón Oak Creek enfrenta una crisis ambiental que representa una amenaza para la vida silvestre, las tierras y la humanidad.
Aunque el Servicio Forestal de los Estados Unidos (U.S. Forest Service) no lleva la cuenta de cada persona que visita, las máquinas de pago en el área del Cañón Oak Creek mostraron un incremento de 36% en las ventas de pases diarios y semanales en el 2020, antes de bajar nuevamente en el 2021. Un contador de senderos muestra el mismo salto en el número de visitantes en el 2020.
La pandemia ha impulsado a más personas a recrearse al aire libre y explorar el cañón. Y en muchos casos, no están dejando el lugar en mejor estado que cuando llegaron. La basura se ha acumulado. La aglomeración ha llevado a las personas a estacionarse en áreas no designadas, a forjar sus propios caminos en bosques inmaculados y a causar daños al delicado ecosistema. Además, el agua se ha contaminado con excremento humano y de perro.
Pero la pandemia también ha unido a personas en todo el norte de Arizona en la creación de alianzas comunitarias que buscan proteger el cañón para las futuras generaciones que leerán sobre el COVID-19 y cómo se ha apoderado de la humanidad en los libros de historia. Les toca poner en una balanza el llamado de la naturaleza para visitantes de todo el mundo que luchan contra el aislamiento, la fuerza económica del turismo que atrae el cañón y los esfuerzos de preservación. Juntos, están batallando con la basura, la contaminación, el uso excesivo de las tierras y la presencia de E. coli en los arroyos montañosos.
Mediante una asociación entre el Departamento de Calidad Ambiental de Arizona y el Consejo de la Cuenca Hidrográfica de Oak Creek, voluntarios han instalado estaciones para desechos de mascota, completado limpiezas de basura y trabajado en proyectos de rehabilitación de senderos con el fin de alejar a los visitantes de las tierras que se han dañado por personas que se salen de las áreas designadas para el senderismo.
“Cuando empiezas a establecer ese tipo de relación colaborativa, creo que así es como marcamos una diferencia”, dijo Meghan Smart, científica superior del Departamento de Calidad Ambiental de Arizona (ADEQ, por sus siglas en inglés).
El área tiene valor ancestral y económico para comunidades locales indígenas que vienen ocupando estas tierras desde mucho antes de que Arizona se convirtiera en estado.

Dorothy Denetsosie Gishie dirige los programas de desarrollo económico de Nativo Americanos para Acción Comunitaria (NACA, por sus siglas en inglés.) La organización sin fines de lucro dirigida por personas indígenas aboga por y empodera a las familias nativo-americanas. La labor de Dorothy con comerciantes indígenas en el Oak Creek Overlook Vista es parte de un esfuerzo por promover oportunidades económicas y sanitarias y prosperidad para los nativos americanos.
La perspectiva de la cumbre de los caminos en horquilla del Cañón Oak Creek ofrece a los visitantes una vista de pájaro de los majestuosos paisajes que suelen ser llamados “La entrada a Sedona”. Mediante un acuerdo establecido en 1988 entre el Servicio Forestal y NACA, en el sitio junto a la Ruta 89-A, múltiples generaciones de familias de artesanos indígenas han compartido sus creaciones con visitantes al cañón.

“Se trata de un área que es muy bien recibida por nuestros visitantes y luego es un área que nuestra gente nativo-americana ve de manera muy positiva por las oportunidades económicas que ofrece”, dice Dorothy.
Estas tierras también son sagradas para las comunidades indígenas. Dorothy dice que es un lugar para orar y rendir tributo a sus ancestros.
“Nuestros antepasados cuidaron de estas áreas”, dijo. “Es un lugar que queremos preservar”.
Allí mismo, los comerciantes se asocian con dos guardaparques del Servicio Forestal, dice, para ayudar a mantener limpia el área. Para las personas indígenas, explica, el manejo de la tierra es un valor cultural. Su deseo es que los visitantes puedan traer a sus hijos sabiendo que sus familiares del pasado lo cuidaron.
“Tenemos una responsabilidad con nuestra madre tierra y con el medioambiente”, dice.
Queriendo el Oak Creek a morir
La sobreutilización se ha descontrolado durante la pandemia particularmente en senderos no oficiales (conocidos como “senderos sociales”) junto a arroyos y riachuelos, al igual que en pozos naturales para nadar, incluyendo el Parque Estatal Slide Rock. El antiguo huerto de manzanas se ha convertido en un destino internacional para personas de todas las edades que vienen a divertirse en familia en una rampa natural de 80 pies en la arenisca desgastada y a tomar fotos dignas de Instagram.
A medida que se fueron suavizando las restricciones de capacidad por el COVID-19 en la primavera del 2021, en Slide Rock se notó “un aumento significativo en las visitas”, dijo Hank Vincent, director del parque. Al extenderse la pandemia, las personas siguieron llegando en manadas a la piscina al aire libre del cañón. Vincent dijo que las visitas en agosto del 2021 fueron 32% más que en agosto del 2020.

Grupos comunitarios, cívicos y sin fines de lucro se vieron obligados a abordar problemas como niveles elevados de la bacteria E. coli en las vías acuáticas con campañas públicas, además de esfuerzos de preservación y limpieza redoblados.
La bacteria E. coli ocurre naturalmente en el medio ambiente, pero cuando las muestras en las áreas de natación revelan más de 235 unidades de formación de colonia por cada 100 mililitros, está considerado un “exceso” de los estándares del estado que puede ser peligroso. Además de la amenaza que representa para la salud humana, E. coli es una especie indicadora, lo cual significa que su presencia puede ser señal de la presencia de otras enfermedades transmitidas por el agua.
La causa de la contaminación peligrosa de E. coli suelen ser visitantes que no llegan adecuadamente preparados para su paseo a Oak Creek.
“Mucha gente quiere salirse del calor en el verano y quiere ir al arroyo, y quizás no saben, por ejemplo, los mejores puntos de acceso, o quizás tengan planes de ir a un lugar que ya está lleno”, dijo Kalai Kollus, directora ejecutiva del Consejo de la Cuenca Hidrográfica de Oak Creek.
Esto puede resultar en que los visitantes se recreen en áreas sin estacionamiento, baños, recipientes de basura o acceso despejado al arroyo.
Cuando los visitantes crean su propio acceso mediante senderos sociales, esto puede causar erosión y sedimentación. que contribuye a la contaminación de E. coli. También puede dañar el hábitat de animales silvestres como la culebra de cabeza angosta, que está considerada amenazada bajo la Ley de Especies en Peligro de Extinción.
El año pasado, el Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos designó partes del cañón como hábitat crítico para la culebra verde oliva.
Otras fuentes de contaminación provienen de basura que ensucia el agua y atrae a la vida silvestre, que juego deja su excremento en el arroyo. La contaminación también puede ser resultado de excrementos humanos o de mascotas.
“En esencia, la gente elabora sus propios inodoros, y los usan por un tiempo y luego los abandonan”, dijo Kollus. “Y entonces durante la temporada de lluvias, todo eso fácilmente termina en el arroyo”.
Una colaboración en la que participan el ADEQ, el Servicio Forestal, Parques Estatales y Senderos de Arizona, el Consejo de la Cuenca Hidrográfica de Oak Creek, la Fundación Forestal Nacional y el Cuerpo de Conservación de Arizona está trabajando para mejorar la calidad del agua en Oak Creek.
Una asociación entre ADEQ y el Consejo de la Cuenca Hidrográfica de Oak Creek ha hecho una gran diferencia, con una reducción de 65% en el exceso de E. coli en Oak Creek en el último año, dijo Smart, la científica de ADEQ.
Los esfuerzos del Consejo de la Cuenca Hidrográfica de Oak Creek se enfocan en la administración. También cuentan con apoyo de otros grupos y agencias para cuidar de las tierras, incluyendo asociaciones con el Servicio Forestal, la Fundación Forestal Nacional, la compañía REI Co-op, la Ciudad de Sedona y la cámara de comercio de Sedona.
El Servicio Forestal está cerrando los senderos sociales como parte de un proyecto de restauración en Oak Creek.
“Cercamos áreas para retrasar el proceso de erosión y permitir que todo se rehabilite”, dijo Laura Varon-Burkhart del Servicio Forestal.
Funcionarios del gobierno de Sedona les han advertido a los excursionistas sobre el daño que le están haciendo al delicado ecosistema, y que incluso están contribuyendo a “mayores problemas de contaminación del agua pluvial a raíz de un aumento en la erosión” que hace que suban los niveles de E. coli.
“Muchos de estos terrenos están bien definidos y los excursionistas los confunden con los caminos oficiales, causando más daño”, señalaron funcionarios en un reporte sobre la recreación responsable. “Los terrenos sociales pueden afectar áreas delicadas, que son áreas de hábitat para plantas, animales y microbios que son sensibles a las intrusiones, y puede causar daños irreparables a las especies afectadas”.
Los equipos de restauración han hallado más de 100 caminos artificiales en el área.
Lo que puedes hacer para ayudar
Smart tiene un proyecto cívico en ADEQ que le permite al público participar. Ella maneja un programa de ciudadanos científicos llamado Water Watch al que se puede acceder por una app móvil. Parte del proyecto consiste en empoderar a las personas para que puedan ayudar a informar al estado sobre la calidad del agua y los excesos.
Los visitantes tienen la oportunidad de hacer trabajo voluntario como parte de proyectos para mejorar la cuenca hidrográfica.
“También trabajamos con la cámara de comercio de Sedona para organizar eventos de limpieza de ‘volunturismo’”, dijo Kollus. “El propósito de estos eventos es colaborar con turistas que por un lado quieren visitar Sedona, pero a la vez quieren ayudar”.
El Cuerpo de Conservación de Arizona reclutó a voluntarios para cerrar los caminos sociales, y ofrece una variedad de programas estatales para personas jóvenes y adultos que quieran ayudar a cuidar de los terrenos públicos.
Si se investiga y se planifica antes de visitar para determinar cuáles lugares tienen las instalaciones que necesitan, todo el mundo puede ayudar a que Oak Creek sea un lugar sano y seguro. Es importante empacar toda la basura y hacer uso de los baños y estaciones para desechos de mascota donde estén disponibles. Las personas pueden ayudar acatando los principios de “No Dejar Rastro.”
Jenny dice que basta con que un visitante dedique 5 a 10 minutos a limpiar su área de picnic para hacer una diferencia.
“Me encantaría que la gente supiera que cada poquito ayuda, que no es necesario venir todos los días a recoger toneladas de basura, y que no se necesita una corporación para lograr un verdadero cambio aquí”, dice.
Los problemas de uso excesivo que afectan a Oak Creek no significa que la gente deba dejar de visitar, sino que deben recrearse de manera responsable.
“Antes que nada, diría que vayan a Oak Creek, que vayan a cualquier parte de Arizona, porque es hermoso”, dijo Smart. “Digo, no te quedes plantado frente a un televisor; sale y disfruta de las increíbles masas de agua que tenemos en el estado”.

Jenny toma muchas fotografías de los paisajes del Cañón Oak Creek y las comparte en las páginas de redes sociales de Forest Houses de su familia. Las cabañas que su abuelo construyó hace 55 años. Días tranquilos a través de las estaciones del desierto en un lugar sagrado que ve nieve, tormentas y sol. Cada imagen es como vida preservada en el Cañón Oak Creek.
Jenny recuerda haberse mudado a Tucson y lejos de su hogar cuando era joven.
“Me alejé para ir a la universidad y volví”, dice. “Sentía que algo estaba jalando el corazón para que volviera”.
En una imagen — tomada durante la última época de monzón, mientras se extendía la pandemia — Jenny capturó columnas de vapor en el fondo del cañón, creciendo como fantasmas que te transportan a otros tiempos.
Traducción por Nathalie Alonso