En breve

• Arizona Stitch Lab es un programa de entrenamiento laboral gratuito albergado en la Fábrica Sonoran Stitch, una factoría de corte y costura en el vecindario Old Pascua de Tucson.
• Son empleos de manufactura que pagan bien, no proyectos de costura caseros que se hacen como pasatiempo. Un operador de una máquina de coser industrial puede empezar ganando el salario mínimo, que equivale a 15 dólares la hora en Tucson. Un trabajador que también reciba entrenamiento para ser modelista o modelador 3D puede esperar ganar el doble.
• El Stitch Lab graduó a su primera clase de 10 aprendices — todos ciudadanos de la Tribu Pascua Yaqui — a finales de febrero.

‘Siempre que alguien invierte en nosotros, invierten en todos nosotros’

Andy Flores jamás había visto una máquina de coser.

Durante 27 años, trabajó para su Tribu Pascua Yaqui. Parte de su trabajo consistía en cuidar del edificio del centro de recursos en Old Pascua. Era su responsabilidad abrir las puertas del salón de clases, donde veía a su gente inspirándose en sus tradiciones culturales al aprender nuevas formas de coser.

Un día, Flores decidió unirse a la clase. Pensaba que podría abrirle puertas a nuevas oportunidades cuando se retirara del gobierno tribal.

El entrenamiento le está proporcionando acceso económico a empleos como costureros a ciudadanos de la tribu, dice mientras sostiene la tela en sus manos y pasa las piezas de un proyecto de la clase por una máquina remalladora.

“Es un honor ser parte de ello”, dice.

La clase es producto de una colaboración entre grupos locales que buscan crear más empleos y negocios de fabricación de prendas de vestir en Tucson.

Los hilos de esta colaboración incluye a una tribu que quiere prosperar. Una ciudad que quiere hacer crecer su economía. Una organización sin fines de lucro que quiere ayudar a los emprendedores, y comerciantes locales que quieren contratar a más trabajadores.

El corazón y las manos del proyecto son trabajadores locales que quieren entrenarse para mejores empleos.

El grupo está unido en el nuevo Arizona Stitch Lab, un programa de entrenamiento laboral gratuito albergado en el Fábrica Sonoran Stitch, una factoría de corte y costura ubicada en un edificio azul cielo con un mural desgastado al cruzar la calle del Centro de Recursos de la Tribu Pascua en área Old Pascua de Tucson, cerca de Grant Road y la Interestatal 10.

Los salones amplios están llenos de máquinas de coser industriales y máquinas cortadoras, incluyendo una cortadora computarizada que usa programas para maximizar la producción. Arcoiris de carretes de hilos y rollos de tela cubren las paredes.

Son empleos de manufactura que pagan bien, no proyectos de costura caseros que se hacen como pasatiempo. Un operador de una máquina de coser industrial puede empezar ganando el salario mínimo, que equivale a 15 dólares la hora en Tucson. Un trabajador que también reciba entrenamiento para ser modelista o modelador 3D puede esperar ganar el doble y tener opciones de trabajar a distancia. Un técnico superior puede ganar hasta 100.000 dólares al año.

El Stitch Lab graduó a su primera clase de 10 aprendices — todos ciudadanos de la Tribu Pascua Yaqui — a finales de febrero. Los costureros aprendices tomaron clases, aprendieron a operar tres distintos tipos de máquinas de coser industriales, y practicaron entrelazar sus tradiciones con sus nuevas destrezas.

La costurera estudiante Shana LaRock y la instructora Marie Teemant hablan acerca de un proyecto Arizona Stitch Lab en Tucson. LaRock se iba a graduar con el primer grupo de estudiantes en el nuevo programa de entrenamiento laboral. Foto por Becky Pallack. 

Un nuevo oficio, tradiciones antiguas y oportunidades para la tribu

Rebekah T. Lewis reclutaba a ciudadanos de la tribu para que se integraran al programa de entrenamiento y rápidamente se vio creando una lista de espera.

La colaboración es “una oportunidad increíble y singular”, dice Lewis, la Organizadora Asistente de la Tribu Pascua Yaqui.

La tribu tiene una larga historia de costura y bordado, por lo que hay mucho interés, afirma Lewis. Además, es diferente a otras opciones como trabajo de salud o construcción, señala. Estos trabajos están ubicados en su mismo vecindario.

Shana LaRock dice no haber estado familiarizada con la industria de la costura industrial y no sabía que existía la fábrica en el vecindario antes de enterarse del Stitch Lab y convertirse en estudiante. Ella es ciudadana de la Tribu Pascua Yaqui y en un principio pensó que podía aprender a coser las vestimentas tradicionales de su tribu. Quedó impresionada con las oportunidades de empleo en la costura como una nueva carrera.

Ahora, la costurera que estuvo desempleada dice que tendrá la opción de trabajar en la Fábrica Sonora Stitch. Ella y otros estudiantes han estado recorriendo otros centros de trabajo y reuniéndose con posibles empleadores.

Kendall Foster, ejecutiva de desarrollo económico con la Tribu Pascua Yaqui, dice que el entrenamiento es flexible y que los empleadores llegan listos para contratar a los aprendices.

Algunos de los empleos en fábricas empiezan con un salario de 45.000 dólares, por lo que pueden representar una solución para la pobreza de algunas personas y pueden llevar a algunas personas indígenas a lanzar sus propios negocios.

La tribu pronto va a inaugurar un centro de recursos para emprendedores, y Foster se imagina a personas creativas pasando de hacer proyectos de costura en la mesa de la cocina a cultivar negocios pequeños.

Maniquís de vestidos listos para los costureros aprendices en el Arizona Stitch Lab en Tucson. Los puestos básicos de costura industrial pagan un mínimo de 35.000 dólares. Foto por Becky Pallack.

Juntando las piezas

Quizás, para Erica Yngve, todo comenzó cuando aprendió a coser a los nueve años en el programa 4-H.

Tras una carrera como consultora de proyectos, la empresaria de Tucson decidió lanzar su propia compañía. En el 2019, investigó y lanzó su propia línea de prendas de vestir utilizando recursos que encontró en el Incubador FABRIC, un programa empresarial de modas sin fines de lucro en Tempe.

Su marca, Bralessly, es para mujeres que no quieren usar sostén para estar cómodas pero a la vez quieren ser discretas. Su idea ganó un importante concurso de ideas en Tucson.

Ynvge encontró un productor en Tucson para que hiciera la ropa y decidió comprar ese negocio de producción en el 2020. Luego, en el 2021, compró otro negocio ubicado en el mismo edificio – una compañía basada en Tucson que desde 90 años fabricaba cubiertas para colchones y fundas de almohadas para hospitales, hoteles, universidades y barcos de crucero.

De todas esos retazos elaboró la Fábrica Sonoran Stitch, una factoría de corte y costura que ofrece todos los servicios. Yngve ve la demanda. Recibe muchos pedidos de nuevos emprendedores, pero también de marcas establecidas que quieren fabricar en Estados Unidos.

Pero no contaba con suficientes trabajadores para satisfacer la demanda. Y notó que otros empleadores en Tucson tampoco estaban contratando suficientes trabajadores. Necesitaba una manera de entrenar personas.

Luego se conectó con Moonshot, una organización sin fines de lucro que conecta a empresarios con ciudades para colaborar en el desarrollo económico.

“Este era un nicho que en realidad hacía falta llenar”, dijo Scott Hathcock, máximo ejecutivo de Moonshot.

Moonshot llegó a un acuerdo con la ciudad de Tucson y la Tribu Pascua Yaqui para ofrecer un programa de entrenamiento laboral y abrir el Arizona Stitch Lab en enero.

El Consejo de la Ciudad de Tucson aprobó gastar 150.000 dólares al año por dos años para apoyar Stitch Lab. El programa puede entrenar a más de 100 estudiantes en costura industrial, diseño y emprendimiento al año, según un informe municipal. Se trata de una inversión de 1.500 dólares por cada aprendiz.

“Tucson es una de esas grandes ciudades que tiene muchas estupendas conexiones”, dice Yngve. “Están llenas de personas emprendedoras, que son innovadoras, que están dispuestas a trabajar en conjunto para que las cosas se logren”.

“Quería dar algo a cambio y poner a todos a colaborar. Me siento honrada de ser parte de eso”.

Demanda de trabajadores

La fabricación de prendas de vestir es una industria pequeña en Arizona. Hay más de 1.770 operadores de máquinas de coser en todo Arizona comparado con los 17.510 que trabajan en California, la mayoría en el distrito de moda de Los Ángeles, según la Oficina de Estadísticas Laborales.

Pero los tiempos están cambiando en el mundo de la producción de prendas de vestir, dice Hathcock, máximo ejecutivo de Moonshot. Las compañías están abandonando California y buscando empleados en lugares como Tucson que demuestran potencial de crecimiento, por lo que si Arizona logra crear la fuerza laboral, las compañías y los empleos vendrán, dice.

Más de 50 compañías en Tucson ya emplean a costureros industriales, dice Yngve.

La fuerza laboral de costureros atrae a empresarios locales, también. La factoría tiene la capacidad para elaborar artículos personalizado o en tandas pequeñas y así ayudar a los emprendedores a producir su primera mercancía y diseñar y probar artículos nuevos.

Alec Laughlin de Tucson lanzó una línea de ropa esta primavera, con camisas hechas de telas sostenibles como el Tencel, bambú y cáñamo.

El localismo es importante para él. De hecho, en la tienda que abrió en julio, todo es local. Cuando le escribe un cheque a un negocio en Tucson, el dinero se queda en la comunidad, señala. “Estas personas viven aquí. Son nuestros vecinos, nuestra comunidad”, dice.

Laughlin puede enviar un diseño a la Fábrica Sonoran Stitch para que luego se elaboren muestras. Luego de hacerles ajustes, las prendas se pueden producir en la fábrica y se venden en su tienda.

Un nuevo capítulo

“Siempre que alguien invierte en nosotros, invierten en todos nosotros”, dice Peter Yucupicio, Presidente de la Tribu Pascua Yaqui.

En una jornada de puertas abiertas y ceremonia de graduación en Stitch Lab, Yucupicio le dio la mano a cada estudiante que se graduaba y ofreció comentarios y bendiciones en inglés y español al comienzo de la época santa Yaqui.

A la vez, reflexionó sobre el pasado y el futuro de la tribu. 

Foto por Chris Richards/University of Arizona

La gente Pascua Yaqui tiene raíces en este vecindario desde 1500. Las fábricas han albergado varios negocios, como una compañía de embotellamiento y un centro de distribución.

Yucupicio recordó un trabajo que tuvo recogiendo algodón, donde pensaba, “Todo el mundo siguió adelante; ¿qué nos pasó a nosotros?” Ahora ve estos empleos de factoría con mucho entrenamiento entre las diversas opciones profesionales al alcance de su comunidad.  

“Cuando ves los orígenes de nuestra gente, espero que más y más Yaquis y personas de todas todas las creencias vengan y hagan que este negocio prospere”, dice. “Es una bendición para nosotros”. 

Se crió en la misma calle donde se ubica la fábrica, en una época en las que las casas estaban hechas de adobe, estaño y cartón. Los niños esperaban que se botara la basura detrás del centro de distribución para poder sacar revistas de Batman y Superman.

“Aprendimos a leer con esos libros”, dice. 

Ahora, parado dentro de la fábrica, dirigiéndose a su comunidad y negociantes líderes que han venido a Old Pascua a celebrar el programa de entrenamiento laboral, el líder de la Tribu Pascua Yaqui ve un nuevo capítulo.

Traducción por Nathalie Alonso

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Becky Pallack is the Operations Executive at Arizona Luminaria. She's been a journalist in Arizona since 1999.