Alexia Delgado recogió su cabellera larga y rizada en una coleta, respiró hondo y dejó que la energía de la multitud de aficionados la inundara.
Estaba lista, física y mentalmente.
Avanzó con su impecable uniforme de la selección americanista por el largo pasillo que conduce a la cancha del Estadio Azteca en la Ciudad de México. Se llevaba a cabo el protocolo inicial del partido donde el club Águilas del América se enfrentó contra el equipo del Morelia.
Sentía nervios.
Era 2017. La primera vez que Alexia pisaba la cancha representando a la liga del fútbol femenil en el Coloso de Santa Úrsula, el domo más importante para los mexicanos amantes del fútbol, tan querido como el Yankee Stadium de Nueva York para los estadounidenses amantes del béisbol.
Apenas tenía 17 años. Su corazón palpitaba aceleradamente, pero en el fondo Alexia sabía de la importancia de controlar sus emociones. Había estado practicando para ese momento desde que era una niña. Desde entonces ha amado el fútbol más que nada.
Había 30 mil personas gritando al unísono. Las luces brillantes del estadio la deslumbraron, pero no cegaron su enfoque en el juego o sus ansias de correr con fuerza por la cancha y patear el balón de fútbol con la precisión de un profesional.
Alexia y su equipo lograron una ansiada victoria en ese caluroso día de agosto, ganando 5-0. El juego era mejor que cualquier cosa con la que hubiera soñado, y había estado soñando con ser una jugadora de fútbol desde que era una niña.
Fue hace casi cinco años cuando vivió Alexia ese momento. Puede cerrar los ojos y ver cada detalle al que se ha aferrado para no olvidarlo nunca.
“Creo que la primera vez que jugué frente a tantas personas como que no me lo creía, estaba un poquito en shock”, dice.
“Todavía recuerdo cuando íbamos caminando hacia la cancha para hacer el protocolo inicial y la verdad fueron sensaciones indescriptibles. El escuchar a toda la gente, los gritos, el ver el montonal de luces … si fue algo muy bonito, muy especial que pues la verdad lo recuerdo como si fuera ayer”.
Hoy en día, con apenas 22 años de edad, Alexia está convencida que sus pasos han sido firmes. Su destreza como mediocampista y sus habilidades técnicas en el fútbol la llevaron a trascender barreras de género y fronteras internacionales.
Alexia no tuvo que cruzar desiertos y ríos para emigrar a Estados Unidos como algunas inmigrantes de México. A ella se le abrieron las puertas de Arizona en agosto del 2018 con una beca completa que le permitió concluir su carrera en negocios deportivos y actualmente está por terminar una maestría en organizational leadership en ASU.
Alexia dice que es la primera atleta de México en ser capitana del equipo femenil de fútbol colegial en la Universidad Estatal de Arizona (ASU por sus siglas en inglés). Además, en el equipo conformado por jugadoras de talla internacional, Alexia representa a su amado México.
Sentada bajo el sol del desierto, la joven, una feroz competidora, dice que cuando juega para ASU, entiende que es líder de un equipo y de las jugadoras que ella ama.
“Soy la única mexicana en el equipo, tengo la responsabilidad de ser la capitana. Es un orgullo muy grande para mí”, dice Alexia, con una sonrisa tan enorme que hace que sus ojos café se entrecierran.
Lideradas por la mexicana, el equipo femenil de Sun Devils puede presumir que la temporada 2020-2021 fue como un recuerdo digno de enmarcar. Partidos con victorias históricas, “rankings” que no tenían desde hace años y lograron llegar a la Copa Colegial de la NCAA.
Una deportista mexicana brilla en la cancha de fútbol y en la universidad
Uno de los impulsores que llevó a la jugadora a tomar la decisión de cruzar la frontera para convertirse en una Sun Devil fue el entrenador de ASU, Graham Winkworth, conocido por su habilidad para reclutar talentos internacionales.
Durante una entrevista para Cronkite Noticias, Winkworth describió que Alexia es “técnicamente excelente … (con) un cerebro increíble para el fútbol”.
Cuando Winkworth la vio capitanear a la Sub-20 mexicana, no pudo evitar ver sus cualidades de liderazgo y reclutarla. Después de que Alexia visitó el campus y habló con el entrenador, la futbolista se convenció del programa y aceptó ser parte de ASU.

En 2019, Alexia fue invitada a unirse a la Selección Nacional Femenina de México para la Copa de Chipre 2019. No podía creer que estaría jugando en el mismo campo con los mejores jugadores de su país. Su entrenador estaba tan feliz como su joven recluta.
“Esta es una noticia absolutamente fantástica”, dijo Winkworth en inglés al ASU’s sitio thesundevils.com.
“Ser convocado para representar a tu país en cualquier momento es una gran cosa, pero formar parte del equipo nacional completo es lo más importante. Cuando reclutamos a Alexia, dejamos muy claro que queríamos apoyarla y prepararla en su camino con la Selección Mexicana. Ella aspira a jugar en el Mundial 2023 y queremos prepararla lo mejor que podamos para ayudarla a lograr esta meta. Estoy muy feliz por ella, ya que esto no podría pasarle a una joven más linda”.
Obtener una visa F1 como la que se le otorgó a Alexia para venir a estudiar a ASU no es un proceso simple. Alrededor de 1,5 millones de estudiantes internacionales activos con visas F1 y M1 se inscribieron en escuelas de EE. UU. en 2019, según datos del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas. De esa cantidad, solo el 1,3 %, o 19, 517, fueron destinadas para estudiantes de México. Las visas F1 y M1 permiten a los no ciudadanos ingresar a los EE. UU. como estudiantes matriculados en escuelas académicas y vocacionales.
China domina el campo, recibiendo casi 475.000 visas de este tipo. India con casi 245.000 ocupa el segundo lugar en la lista seguida de Corea del Sur con alrededor de 84.000.
Hugo Larios, licenciado en inmigración explica que la Visa F1 la tramitan los estudiantes internacionales a las universidades de Estados Unidos, una vez que son aceptados por las instancias educativas, les otorgan la forma I-20.
“Cuando los estudiantes tienen la forma visitan el consulado americano en el extranjero y solicitan la F1”, dijo. “El 99% de estas visas son otorgadas, la clave para obtener esta visa es ser admitido por alguna universidad”.
En 2019, ASU ocupó el séptimo lugar entre las escuelas de EE. UU. que aceptaron la mayor cantidad de estudiantes con una visa F1.
Los talentos de Alexia en la cancha de fútbol y en el salón de clases le valió un lugar entre los 14,034 estudiantes internacionales que ASU recibió en 2019.
Le apuesta al fútbol colegial en Estados Unidos
Hace más de tres años Alexia dejó su natal Tepic, una pequeña ciudad rodeada de lagos, cascadas y paisajes de notable belleza que son parte del estado de Nayarit, para mudarse a Arizona con una beca completa, dejando atrás las grandes divisiones en México, para apostar al fútbol colegial en Estados Unidos.
Su cabello negro está recogido en su característica coleta. Vestida con ropa de fútbol de ASU con el logotipo de la horquilla marrón y dorada de su universidad, Alexia está sentada afuera de su departamento en Tempe, recordando sus primeros momentos en Arizona.
“Al principio sí fue algo difícil para mí. Yo no conocía a nadie, es un idioma completamente diferente, era una jugadora que nadie conocía, me fue difícil poder encajar”, dice.
Ella sabía que estaba dejando atrás uno de los logros más importantes para una deportista que aún no alcanzaba la mayoría de edad. Ser parte de la Liga MX Femenil en México y portar la camiseta de unos de los equipos más aclamados para los mexicanos como el América, era todo por lo que había trabajado y se había sacrificado.
“Me tocó jugar en el Azteca unas cinco o seis veces y para mí era un sueño hecho realidad, porque aparte soy americanista desde chiquita le voy al América”, dice y su sonrisa se convirtió en una mueca al recordar cómo se sentía al finalmente competir profesionalmente.
Durante la primera temporada que Alexia jugó representando a México en el equipo femenino de la Selección de Fútbol para jugadoras menores de 15 años, obtuvieron la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos Juveniles 2014 en Nanjing, China.
Fue capitana cuando llevó a su equipo mexicano a un quinto lugar en el torneo de la Copa Mundial Femenina de la FIFA 2016 para jugadoras menores de 17 años. Esos partidos en Jordania fueron históricos como la primera gran competencia de fútbol femenino en el Medio Oriente.
Alexia fue parte del inicio de la Liga MX Femenil y jugadora del Club América a partir del 2017, lo que le hace sentir un enorme orgullo. Pasar al equipo de mujeres menores de 20 años la llevó a ganar una medalla de oro en el 2018 Campeonato de CONCACAF en Trinidad y Tobago.
Se había ganado un nombre y respeto en el fútbol mexicano. En Arizona, todo era diferente.

“Cuando me vine para acá, creo que sí notaba que muchas personas tenían la idea de que ‘Vas a ir a jugar colegial. ¿Por qué no te quedas en el profesional, si el profesional es mejor ritmo, mejor nivel?’ Creo que por el simple hecho de que uno es colegial y otro es profesional automáticamente lo daban como el colegial no tiene nivel”.
Ante la insistencia de las preguntas, Alexia les explicó los beneficios de jugar fútbol colegial.
“En mi conferencia, me enfrento a jugadoras que ahorita ya tienen llamados a la selección mayor de Estados Unidos, que tienen llamados a la selección de Inglaterra, que son referentes en sus países”, dice. “Entonces, obviamente eso hace la competitividad mucho más grande”.
Alexia no falló en su decisión de elegir a la Universidad Estatal de Arizona como su equipo. Ahora puede verse como una jugadora que compite junto a atletas olímpicas y de talla internacional.
Con sus 1.62 metros (5′ 4″) de estatura, Alexia se encontró a otro tipo de jugadoras cuando llegó a Arizona. Jugadoras con más altura y complexiones atléticas, dice ella. Pero eso no la intimidó.
Ella se centró en demostrar por medio de su técnica para patear el balón y sus estrategias en el campo deportivo, ser una excelente competidora. Pero eso tomó tiempo.
“En mi primer año no me fue muy bien deportivamente, sí sabía que en Estados Unidos el fútbol es mucho más físico, más rápido. Yo sobresalgo porque soy una jugadora técnica, pero no soy muy fuerte”.
Tuvo que aprender a jugar el fútbol estadounidense.
“El segundo año crecí como jugadora, ya adaptándome”, dice. “Antes de empezar la pretemporada, me citaron a una junta y me anunciaron que me habían elegido para capitana”.
La disciplina es Alexia’s éxito
Aparte de ser capitana de Sun Devils, también formó parte de la Selección Mayor Femenil Mexicana.
Los triunfos no llegaron solos.
Alexia antepuso las salidas con amigos, las fiestas, los viajes que son comunes para jóvenes de su edad, por horas de entrenamiento, disciplina y constancia.

A primera vista se observa una mujer sencilla, que prefiere la ropa de ejercicio y que está enfocada en sus estudios. Cuando no está en el campo, mirando fijamente a la portería, es conocida por su enorme sonrisa, su éxito como erudita y deportista y por representar los colores de su equipo – verde, blanco y rojo para México, granate y dorado para ASU.
En sus cuatro temporadas con los Sun Devils, Alexia completó seis goles y 11 asistencias. La mejor temporada de la mediocampista fue su tercer año cuando dirigió al equipo con siete asistencias, que también empató en el segundo lugar en la Conferencia Pac-12.
En aquella temporada 2020, que se disputó en la primavera de 2021 por la pandemia, la capitana Sun Devil jugó en todos los 17 partidos de su equipo. Alexia ganó United Soccer Coaches Honores del primer equipo de todas las regiones, así como del segundo equipo de todas las conferencias Pac-12.
Gracias a su destreza como futbolista, Alexia costea su departamento, alimento y gastos en Tempe con un apoyo educativo. No pudo haber hecho esto en México, ya que el sueldo de una futbolista profesional es de 8.500 pesos al mes, el equivalente a 425 dólares.
Sus padres, Sonia Alvarado y Francisco Javier Delgado, están orgullosos de lo que su hija ha logrado.
“La verdad muy contentos porque ella está cumpliendo todo lo que ella ha querido, y sobre todo, que se han cumplido los sueños, todos los sueños que hemos tenido. Digo hemos porque también una de mis prioridades era que ella se fuera a estudiar a Estados Unidos y se pudo conseguir ese sueño”, dijo Sonia.
Su madre siempre la impulsó a buscar un futuro educativo y destacar en Estados Unidos. Sonia está convencida de que cualquiera puede alcanzar sus metas al ver lo que ha logrado su hija Alexia a tan corta edad.
“Todos los sueños se pueden cumplir siempre que se tenga disciplina, ella es una chica súper disciplinada, ella sabe lo que quiere”, dijo.

Cambió la gimnasia y el ballet por el fútbol
Cuando era niña Alexia dejó el ballet y la gimnasia para apostarle al fútbol.
Su hermano influyó en esta decisión, ya que jugaban fútbol juntos en el vecindario. Aunque sus padres al principio estaban reacios a que su hija fuera futbolistas, su destreza con el balón les hizo cambiar de opinión y apoyarla en dicho deporte.
“A la edad de 9 años, más o menos, dio luz de que podría tener cualidades para el fútbol, todo debido a mi hijo el mayor que se ponían a jugar ambos”, dijo Francisco Javier. “Mi hijo la invitaba y pues veíamos que se emocionaba más que con otras actividades.”
Francisco Javier recuerda haber tratado de convencer a Alexia de que probara deportes que estereotípicamente están dirigidos a niñas.
“La quisimos meter en otras actividades más femeninas, como gimnasia, ballet, pero asistió casi por compromiso, por darnos gusto, pero rápidamente lo dejó, desde esa edad ya quería jugar fútbol”, dijo.
En Nayarit no había centros especializados y la joven estaba limitada a jugar partidos con deportistas varones o jugadoras que le doblaban la edad. Sus padres decidieron impulsar a Alexia como futbolista, y pese a las barreras geográficas, mandaron a su hija de 14 años a estudiar a un centro de formación en Guadalajara.
Después de arduos entrenamientos, ascensos profesionales y mudanzas a través de las fronteras, Alexia ha forjado una carrera impecable en fútbol a tan corta edad, así como el desarrollo de sus estudios profesionales enfocados en el negocios deportivos.
“Hace días hablé con el ex director técnico del América, Leonardo Cuellar, logramos hacer buena amistad cuando ella jugó para el América”, dijo Francisco Javier. “Le compartí el título de su licenciatura y rápidamente me contestó ‘que no le sorprendía porque Alexia es una chica sumamente disciplinada, entregada y comprometida’. Es excelente y por eso saca esos resultados”.
La familia de Alexia vino a Arizona en mayo para ver la ceremonia en ASU para los jugadoras que celebraban su última temporada.
“Entonces ella se ha realizado futbolísticamente porque ya le ha tocado ir a varios mundiales, fue a los juegos Olímpicos de la Juventud, ya tiene cierta experiencia”, dijo Sonia, mencionando rápidamente con un asentimiento seguro, “y en el estudio es muy capaz”.
Aquella niña que cambió la gimnasia y el ballet por el soccer, que tuvo que convencer a sus padres, empezar entrenando con varones y viajar lejos de su casa y familia para poder llegar a las grandes ligas, nos comparte la clave de su éxito.
“Normalmente pensamos que el éxito es en línea recta, y no lo es”, dice Alexia. “Va haber días muy difíciles, va haber días donde tu pienses que no estás progresando, que no estás avanzando, pero es parte del proceso”.
La deportista tiene consejos para compartir.
“A veces, para mejorar hay que dar dos pasos atrás y agarrar impulso más fuerte para seguir”, dice. “La constancia y la dedicación a lo que hagas es algo que te hará diferente a otras personas”.
Alexia se ha adaptado a su nueva vida en Arizona, y en diciembre cuando concluya su maestría piensa viajar a Europa. Su meta es jugar en la Champions League, el torneo más importantes de los clubs europeos.
La mediocampista ahora se encuentra compitiendo con la Selección Mexicana para clasificar a la Copa del Mundo 2023. Jugar al fútbol en los Estados Unidos, sólo extraña una cosa de su país, y no son los tacos ni la comida de su mamá.
Alexia extraña la pasión de los mexicanos en sus porras.
Aquí en Estados Unidos nunca va a escuchar un:
¡Chiquitibum ala bim bom ba
chiquitibum ala bim bom ba
ala bio ala bao ala bim bom ba
México México ra ra ra!