Arianna Luna desliza un mechón de cabello de su cara y luego, en un movimiento casi idéntico e íntimo, alisa un pañuelo rojo brillante que cuelga de un estante en su tienda The Underestimated City.
En el pañuelo hay una imagen de Chalchiuhtlicue, la diosa azteca del agua y la fertilidad, una de las diversas deidades indígenas impresas en los coloridos pañuelos.
Luna trasladó The Underestimated City al anexo MSA, una serie de tiendas en el lado oeste de Tucson, en 2021.
Anteriormente, tenía su negocio en la Cuarta Avenida de Tucson. Se alegró del cambio, ahora representa a “la única propietaria de un negocio chicano” en el anexo.
Luna le da crédito a su educación, específicamente a las clases de Estudios México-Americanos que tomó en la escuela secundaria, por su confianza y éxito.
“Aprendes conocimientos hermosos y luego los aplicas”, dijo, explicando cómo su educación se entrelaza con su vida cotidiana.
“Ser subestimada” – algo que ella siente como propietaria de un negocio y que sintió durante mucho tiempo mientras era criada por una madre soltera latina – “es la mayor motivación”.
El lado oeste de Tucson puede estarse transformando, con nuevos desarrollos a gran escala y la línea de tranvía que generan cambios demográficos, pero no ha perdido su sabor chicano, dijo Luna.

“Siempre hemos estado aquí. Quizás no siempre nos vean”, dijo, “pero estamos aquí”.
Luna, que dirige la tienda, principalmente ella sola, vende una variedad ecléctica de ropa urbana, ropa de mujer, productos de belleza, velas e incluso champú para perros con CBD.
Su propio logotipo, un saguaro dentro de una luna creciente al que llama Bella Luna, así como otros diseños adornan las velas, las camisetas y algunas otras prendas. También vende productos de su socio comercial, Israel Zavala, así como de su madre y algunos amigos.
“Esto es más que una tienda”, dijo. “Estamos enfocados en la marca Tucson, y tan pronto como alguien cruza estas puertas, siento que es una presentación”.
Podría hablar de la historia de The Underestimated City o de los productos que puede ofrecer en la tienda, pero también es más que eso: “Solo por estar aquí como propietaria de un negocio, sé que también soy un ejemplo de lo que es posible para alguien como yo”.
Luna aprendió sobre Chalchiuhtlicue y otros pueblos indígenas y conceptos críticos en las clases de la escuela secundaria ofrecidas por los Programas del Departamento de Estudios México-Americanos del Distrito Escolar Unificado de Tucson.
Ese programa, después de más de una década de controversias y luchas legales, pasó a llamarse Pedagogía e Instrucción Culturalmente Responsivas. Cuando se trataba de Estudios México-Americanos, fue objeto de una ofensiva por parte del actual Superintendente de Instrucción Pública de Arizona, Tom Horne, mientras cumplía su mandato anterior de 2003 a 2011.
El programa estuvo suspendido desde 2012 hasta 2017, cuando un tribunal federal finalmente dictaminó que los funcionarios, incluido Horne, estaban motivados por una “animosidad racial” en sus intentos de poner fin al programa.
Luna no tenía intención de tomar ninguna de esas clases. En su segundo año, criada por una madre soltera, solo iba a una reunión de MECHA (el Movimiento Estudiantil Chicana/o de Aztlán, una organización cultural estudiantil) para llevarles algunos burritos gratis a su madre y a sus hermanos menores. Pero luego se enganchó.
“Me enamoré del mensaje de inmediato”, dijo. “No sabía que éramos importantes, pero lo somos. Soy”.
Cuando era niña, dijo, no se daba cuenta de que los chicanos tenían una rica historia en la región. Ella dice que no tenía el lenguaje, ni la conciencia básica para saber siquiera quién era.
“Estaba enfadada cuando escuché por primera vez sobre los estudios mexicano-americanos”, dijo, explicando que eso le hizo darse cuenta de todo lo que se estaba perdiendo. “Somos pueblos indígenas y pensé que estábamos extintos”.

Luna nació en la ciudad fronteriza de Naco, Arizona, y pasó tiempo en cada lado de la línea cuando era niña. Ella y su madre se mudaron a Tucson cuando ella comenzaba la escuela, pero ella todavía pasaba los fines de semana en Naco.
No fue hasta que ingresó a la escuela primaria Nash que comenzó a aprender inglés. Luego, asistió a la escuela secundaria Mansfeld Magnet y, finalmente, a la secundaria Tucson High. Se mudó muchas veces por la ciudad con su madre y, eventualmente, con cinco hermanos menores.
Dijo que rara vez se veía representada, ni en la televisión, ni en las noticias, ni entre las personas en el poder. Pero una vez que apareció en esa primera reunión de MECHA, su perspectiva comenzó a cambiar.
“No pude ubicarme en la historia hasta los estudios mexicoamericanos”, dijo. “Abrió mi mundo”.
Cuando el programa fue objeto de un ataque más concertado, para ella y otros estudiantes, sólo se destacó lo importante que era. Ella ayudó en la organización en apoyo al programa.
Mientras algunos de sus compañeros de clase se encadenaban en una reunión de la junta escolar, entre otros atrevidos actos de protesta, Luna permaneció la mayoría del tiempo detrás de escena.
Pero también recuerda que sí se encontró, en un momento, descalza, delante de un carro de policía, con un megáfono en la mano. Tiene una foto en su cuenta de Facebook para demostrarlo y se ríe mientras la muestra.
“Pensar en ello me da escalofríos”, dijo sobre la postura que ella y sus compañeros adoptaron contra los funcionarios públicos.
“Éramos niños. Antes de eso, a nadie le importaba la escuela. Y finalmente nos importó. Y nos preocupamos por algo que fuera más que solo el ABC. Se trataba de nosotros. Era: ¿cómo encajamos en la sociedad y cómo crecemos como personas? Y estaban tratando de quitarnos todo eso”.
Ya estaba planeando convertirse en maestra, pero la experiencia de ver el ataque de lo que había significado tanto para ella, la hizo centrarse más en querer contribuir a su propia comunidad.
Después de graduarse, fue a estudiar a la Universidad de Arizona, pensando al principio que podría especializarse en estudios mexicano-americanos, pero dijo: “No estaba segura de sí debería especializarme en algo cuya enseñanza era ilegal”.
Aun así, se centró en la educación y, después de graduarse, consiguió un trabajo en el Distrito Escolar Unificado de Tucson como enlace universitario. Casi al mismo tiempo, también comenzó a desarrollar la marca The Underestimated City y a tratar de convertirla en un negocio.

Los recortes presupuestarios de 2019 provocaron la pérdida de su puesto como enlace universitario.
“Sabía que todavía encontraría una manera de enseñar, de alguna manera”, dijo. Actualmente es educadora en I Rise, un programa de educación extraescolar para jóvenes en riesgo. Divide su tiempo entre la docencia y su negocio.
Quiere que la tienda sea “un espacio seguro y cómodo para personas que quizás no se identifiquen con los demás negocios” de la zona.
No había nada parecido allí cuando era más joven, dijo, el objetivo es “crear un espacio para su comunidad”. Esa es también la idea al organizar eventos como Chicano Vibez.
El evento gratuito, realizado el 14 y 15 de octubre, incluyó un desfile de autos y moda, música en vivo, camiones de comida, actividades para niños y presentaciones para explorar y celebrar la diversidad de la cultura chicana.
“Estamos aquí en suelo de Aztlán”, dijo. “Queremos no sólo abrazar, sino celebrar nuestra cultura”.
The Underestimated City está abierta de miércoles a domingo.
Esta historia es parte de una serie de perfiles respaldados por una subvención de la Arizona Community Foundation para informar en profundidad sobre las oportunidades y brechas de equidad educativa de los latinos.
Traducción por: Beatriz Limón