La cuadrilla se dispersa a lo largo de la ribera, con las botas hundiéndose en el lodo mientras siguen el canal irregular del San Pedro, cuando de pronto alguien grita: “¡CASTOR!”
Desde su lado del canal, Brick Cummins solo puede ver ondas en el agua. Pero al otro lado de la orilla, un pequeño rostro asoma desde debajo de un tronco: un castor, con sus patitas sujetando una rama mientras la mastica plácidamente a la sombra.

“Honestamente creo que esta es la única vez que alguien en estos monitoreos ha visto un castor, oficialmente”, dijo más tarde Nadira Mitchell.
Mitchell es la coordinadora de ecología de restauración para Watershed Management Group, una organización ambiental sin fines de lucro con sede en Tucson que, desde 2021, ha realizado un monitoreo binacional de castores para estimar su población en el río San Pedro.
El monitoreo se realiza completamente con voluntarios, y cada grupo evalúa al menos un tramo de 2 millas del río. En 2024, varios equipos recorrieron 77.5 millas en ambos lados de la frontera. Este año, están cubriendo cerca de 50 millas.
“Este año no estamos haciendo la parte media del San Pedro —en la zona de Cascabel— porque estuvo muy seco el año pasado y nuevamente este año, y realmente no hubo actividad el año pasado”, dijo Mitchell.
Rastros de un castor
Es raro ver un castor durante el día. Son animales crepusculares, lo que significa que están más activos al amanecer y al anochecer. Por ello, los voluntarios buscan señales de su presencia: los pequeños rastros que dejan mientras se preparan para el invierno.
“No estamos viendo castores directamente, pero estamos creando una estimación de la población basada en su actividad”, explicó Mitchell.
Mientras Mitchell y el grupo atravesaban el agua y caminaban por las orillas llenas de vegetación, buscaban marcas de roído de castores en los álamos y otros árboles.
Si la actividad de roído es lo suficientemente reciente como para que aún haya astillas de madera esparcidas cerca, Mitchell recoge las astillas en una bolsa plástica roja transparente y las envía al Colegio Cochise para un análisis genético.


Pero comer madera no es lo único que hacen los castores.
“Ellos crean humedales que aumentan la vegetación y la biodiversidad en estas áreas”, dijo Mitchell. “Básicamente crean estos ecosistemas increíbles”.
Los llamó ingenieros del hábitat, ya que los castores son conocidos por modificar su entorno para favorecer su supervivencia. Construyen represas con ramas, lodo y otros materiales naturales para detener el flujo del agua.
Involúcrate
Aunque este fue el último recorrido del año, quienes estén interesados en apoyar las iniciativas de la organización sobre castores pueden inscribirse para los próximos eventos.
“Básicamente construyen estas represas para detener el flujo del río o para reducirlo un poco y convertirlo en un pequeño remolino o goteo”, dijo Mitchell.
Al frenar el flujo del agua con represas, inundan el área circundante, creando un estanque de castores, lo que facilita que naden por el terreno y aumenta su protección contra depredadores.
“Para ellos es más fácil tener sus ‘lodges’ (sus casas) y también les facilita transportar ramas de un lado a otro”, dijo.
Por estas razones, otros indicadores como las madrigueras de castores, los toboganes (o sendas) y los montículos de olor se buscan como señales de actividad de castores en el área.

El agua retenida también ayuda a reponer los suministros de agua subterránea. Un estudio del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés) sobre los efectos de la reintroducción de castores en la parte alta del río San Pedro, en el sureste de Arizona y el norte de Sonora, México, encontró que los pozos del USGS “ubicados junto a estanques de castores mostraron un aumento medible en los niveles de agua subterránea”.
Las zonas habitadas por castores son más húmedas y con mayor biodiversidad, atrayendo mucha más vida silvestre que solo castores — especialmente en el árido estado de Arizona. El mismo estudio del USGS también encontró un aumento en la abundancia y diversidad de especies de aves en estas áreas debido a la presencia de castores.
Una historia de castores en Arizona
Hoy en día, los castores son raros en Arizona, después de haber sido diezmados en el siglo XIX debido a la caza de pieles. Pero alguna vez fueron tan abundantes que en 1825 los tramperos angloamericanos nombraron al río San Pedro como “Beaver River” (Río de los Castores).
A principios de 1900, la matanza de castores continuó debido a preocupaciones por daños, reduciendo aún más la población. Durante el resto del siglo, el Departamento de Pesca y Caza de Arizona trabajó para reintroducir castores en todo el estado. En 1999, Pesca y Caza de Arizona y la Oficina de Administración de Tierras reintrodujeron 40 castores en el Área Nacional de Conservación Ribereña del Río San Pedro, establecida en 1984 cerca de Sierra Vista.
“Pesca y Caza de Arizona y la Oficina de Administración de Tierras pudieron monitorear la población por un tiempo, pero obviamente tienen que priorizar muchas cosas distintas y muchas áreas diferentes, así que esa población dejó de ser una prioridad para continuar monitoreándola”, dijo Mitchell.
Aunque la población de castores llegó eventualmente a unos 100 individuos para 2010, según los resultados de la encuesta binacional de 2024 del Watershed Management Group, Mitchell dijo que los residentes comenzaron después a notar un declive. Fue entonces cuando intervino la ciencia ciudadana.
“En 2015, un miembro de la comunidad — se llama Mike Foster — comenzó a realizar sus propios conteos de castores porque notó que ya no eran tan abundantes”, dijo Mitchell.
Watershed Management Group formalizó el proceso en 2021 y comenzó a organizar los monitoreos anualmente. Ahora, los resultados están confirmando las sospechas de los residentes.

“Lo que estamos viendo, basándonos en los resultados del año pasado, es que hay menos de 40 castores en el río San Pedro”, dijo Mitchell.
Aunque los monitoreos de castores de este año ya terminaron, las personas pueden marcar su calendario para las encuestas de voluntariado del próximo otoño.
“La gente también puede estar pendiente de otras oportunidades de voluntariado en proyectos de restauración, como ayudar con esas estructuras de troncos asistidas por postes”, dijo Mitchell. Estos proyectos consisten en construir estructuras que imitan las represas de castores para ayudar a restaurar el hábitat del río.
Todas estas actividades forman parte del programa River Run Network de la organización, abierto para que los miembros de la comunidad interesados se inscriban aquí.
Mitchell dijo que estaba agradecida de haber visto un castor por primera vez durante el monitoreo, pero sigue preocupada por la falta de madrigueras o represas completamente construidas en el cauce del río.
Ella todavía tiene miles de datos que revisar para llegar a una nueva estimación de la población, pero si la tendencia continúa, espera que el número disminuya aún más.
“El año pasado, basándonos en la evidencia, estimamos que había dos grupos familiares en este tramo, lo cual ahora no estoy segura de que sea correcto”, dijo. “Creo que ahora hay menos de dos grupos familiares”.
Traducción: Beatriz Limón


