Escuchaba atentamente las historias de Felina Rodríguez sobre cómo fue crecer hablando español en las escuelas de Arizona.
Sus recuerdos se remontan al primer grado en una primaria de Tucson.
Tomé notas mientras hablaba, pero fueron sus ojos, oscuros y suaves, que de pronto destellaron como dos espadas afiladas, los que me revelaron cómo se sentía Felina hace tantos años.
Cómo todavía se siente al recordar a la niña que se sentaba en los salones de clases y se avergonzaba por hablar español, sin educadores que se parecieran a ella o hablaran su idioma nativo.
Fue entonces cuando entendí por qué decidió ser maestra.
Comprendo a Felina porque he sentido esa misma sensación de aislamiento y hostilidad cuando hablo español en Arizona.
Para ser más sincera, lo sigo sintiendo y he llegado a pensar que es como un tatuaje permanente, que me recuerda constantemente que hablar tu lengua materna en este país es un desafío.
Recuerdo que era una tarde fría de diciembre, nunca me había sentido tan incómoda por llegar vestida tan extravagante. En realidad iba a una fiesta después de la entrevista. Felina contrastaba con su impecable sencillez y estilo. Pantalón de mezclilla, arracadas plateadas, bufanda de estampado de zebra, su chaqueta de piel negro y botas largas.
Pensaba en mis adentros, Felina es tan joven, aún parece una estudiante, para luego terminar reconociendo que la edad no tiene nada que ver con la madurez y mucho menos con los sueños.
Me contó sobre sus ambiciones de niña de ser algún día presidente de los Estados Unidos para poder cambiar las leyes que discriminaban a los inmigrantes y latinos. Después de escucharla por más de una hora, me dije “!Vale, esta chica puede ser lo que quiera en la vida!”.
Felina decidió ser maestra y activista para ayudar a niños a no sentirse solos e intimidados en los salones de clases.
Para recordar a los niños que el español es motivo de orgullo y no vergüenza.
Para decirles que pueden llegar a ser presidentes de Estados Unidos.
Nota de la editora: Este análisis de la reportera es una ventana sobre cómo hacemos el periodismo con y para nuestras comunidades. Este trabajo está conectado a una serie periodística financiada por Solutions Journalism Network. Arizona Luminaria fue seleccionada como una de las salas de redacción nacionales para participar con reportajes para el Labor Cohorte de SJN. Como parte de ese proyecto, Beatriz Limón, la reportera de AZ Luminaria, escribió dos reportajes y un análisis sobre su experiencia con la beca de SJN dirigida por nuestra sala de redacción, además de desarrollar talleres para enseñar a otros periodistas en Arizona a escribir historias de periodismo de soluciones en español, fortaleciendo a las comunidades bilingües e hispanohablantes.

De pie en la biblioteca Burton Barr en Phoenix, mientras saludaba a sus alumnos y acomodaba su chaqueta de piel negra, Felina dejó claro que se requieren voces potentes de hispanohablantes que desenmascaren la desigualdades en el sistema educativo de Arizona.
Nacida en Tucson, reconoció que ser maestra mexicana, maestra bilingüe e hija de inmigrantes influye en cómo ve la educación en Arizona.
Felina fue la primera persona a la que entrevisté cuando me embarqué en este viaje del periodismo de soluciones. No pude haber tenido más suerte.
Su voz, a veces provocadora y siempre decidida, me abrió un panorama sobre las enormes desigualdades que enfrentan los estudiantes latinos y sus familias en Arizona mientras los maestros de color reman contra corriente para apoyarlos.
Felina sabía lo que necesitaba y se le fue negado como estudiante bilingüe. Se convirtió en profesora para poder ayudar a encontrar soluciones y guiar a los alumnos en su camino al éxito.
Nuestro estado todavía está aprendiendo de la histórica huelga de maestros en 2018. Hoy, nuestras comunidades enfrentan una crisis generalizada de retención y escasez de educadores, y una abrumadora falta de docentes que reflejen la diversidad de los estudiantes que los necesitan.
Esto está sucediendo, cuando se prevé que los latinos lleguen a representar más del 50% de la población estudiantil en Arizona para el 2026
Supe que había una historia más profunda aquí. No solo por los números y las estadísticas.
Lo supe cuando vi los ojos de Felina encendidos mientras me decía: “no voy a parar, así tenga que dar clases debajo de un árbol”.
Lo supe cuando vi los retos de los maestros latinos y cómo a los estudiantes latinos se les negaban las oportunidades educativas que allanan el camino para la universidad y una carrera profesional.
Lo supe porque yo soy hispanohablante y tuve que aprender un nuevo idioma como inmigrante adulta en Arizona. Entiendo esa lucha, la he vivido.
Y estaba preparada para investigar las barreras y soluciones para la educación bilingüe y la retención de maestros en Arizona porque la sala de redacción para la que trabajo era parte del Cohorte Laboral de Periodismo de Soluciones.
Soy una de las muchas periodistas latinas e inmigrantes que han luchado por oportunidades en este país. Con el periodismo de soluciones, escuchando a Felina y a otras maestras latinas que hablan mi lengua materna, sentí que se abría un espacio.
Recuerdo caminar tranquilamente a la cocina después de un largo día de investigar y escribir, y de repente vi a Beatriz, la inmigrante mexicana, con su idioma español y su periodismo como bandera.
Estaba aprendiendo a analizar largas listas de estadísticas que parecían insuperables, pero sabía que eran críticas para compartir las historias de Felina y de muchas latinas, maestras y estudiantes como ella en Arizona.
‘¡Hagámoslo!’
Me adentré en la penosa historia del racismo sistémico que sigue prevaleciendo en muchos de los distritos escolares de Arizona.
Escribí acerca de las desigualdades y la marginación a la que han sido sometidos generacionalmente los estudiantes inmigrantes e hispanohablantes en las escuelas K-12 de Arizona.
En muchos sentidos mi proyecto periodístico inició de cero.
Cuando mi editora de Arizona Luminaria me preguntó si quería escribir periodismo de soluciones en español por medio de una beca de Solutions Journalism Network, no vacilé en decir “¡hagámoslo”!
Quise aprender aun sin saber la profundidad de las aguas a las que tienes que sumergirte mientras investigas soluciones con una metodología rigurosa que en cada momento te lleva al límite.
Para ser sincera, el periodismo de soluciones nunca nada en la superficie.
Tienes que sumergirte en lo profundo.
Tienes que sumergirte hasta que entiendas los problemas complejos y escudriñes las soluciones para asegurarte de que funcionen para las personas que las necesitan.
Es así, como te das cuenta, que empezar de cero no es tan malo, más bien te ubica en una realidad clara, para llegar a un objetivo fijo.
Entonces me propuse la meta ambiciosa de aprender a escribir a fondo y con precisión periodismo de soluciones.
Pero en este camino no estuve sola, me acompañaron editores de mi sala de redacción y asesores de SJN, como Carolina Gil Posse, una maravillosa periodista argentina que se convirtió en mi voz cuando necesité ser escuchada. Una voz dulce y paciente, como las aguas de un río.
Aun así no fue sencillo. En ese tiempo mi vida se acababa de partir en dos. Dividí mi tiempo entre una nueva forma de periodismo para mis comunidades que hablan español y encontrar una nueva casa para vivir, para comenzar de nuevo, otra vez, por mi cuenta.
Me enfoqué en seguir escribiendo periodismo de soluciones para poder terminar mi beca, impartir mis talleres y demostrar que los latinos merecemos ser escuchados con una voz potente, luchando por soluciones.
Y de repente, ya no estaba empezando de cero, las lecciones que estaba aprendiendo, una por una, sumaban, inclinando la balanza en mi viaje por el periodismo de soluciones.
Los crecientes retos
Mi interés por escribir periodismo de soluciones empezó como una pequeña bolita de nieve rodando montaña abajo hasta que cobró fuerza y tamaño
Quizás influyó que mediante el método de periodismo de soluciones, vi el camino para ofrecerle una respuesta a mis comunidades.
Quizás mi hambre por aprender algo nuevo en mi carrera periodística que tanto amo me hizo esforzarme más para comprender la importancia de los cuatro pilares del periodismo de soluciones:
- Centrarse en una respuesta a un problema social y cómo funciona o no.
- Ofrecer información que haga que las lecciones sean relevantes y accesibles para las comunidades.
- Mostrar a los lectores la evidencia, describiendo los datos y la investigación científica, o la falta de ellos, para respaldar el informe.
- Ser transparente sobre las limitaciones o deficiencias de cualquier solución que busque abordar problemas complejos.
Los números en la balanza en mi viaje de soluciones seguían sumando, los esfuerzos estaban dando resultados, y recordé lo que siempre me dice mi padre “ten paciencia porque el conocimiento siempre es tacaño”.
Más rápido de lo que esperaba, me vi escribiendo una segunda historia de soluciones, sumergiéndome de nuevo en los informes sobre educación, inmigrantes y personas trabajando por el cambio.

Escribí sobre la Academia para Padres, un programa de All In Education que prepara a las familias latinas y los que hablan español para navegar las políticas y prácticas en los distritos escolares, además los guía para convertirse en líderes y defensores de los derechos en la educación de sus hijos.
No hace falta que los padres hablen inglés, con su español basta.
Los instruyen para contar con las habilidades que les permitirán abrirse camino en un sistema educativo que puede sentirse infranqueable para los inmigrantes que hablan español en Arizona.
Con la experiencia adquirida al escribir mi primer reportaje de soluciones, el segundo proyecto fue más sencillo en cuanto a la estructura y cumplir con la metodología.
Fue así como la pequeña bolita de nieve, ya rodaba inmensa e imparable cuesta abajo por las montañas de mi imaginación. Había crecido, como mi curiosidad por seguir escribiendo periodismo de soluciones para mis comunidades
El conocimiento es tacaño, papá. También, vale la pena la espera.
Compartiendo lo que estoy aprendiendo
Sabes que algo estás haciendo bien cuando la gente te mira a los ojos y asiente con la cabeza.
Mientras impartía los talleres de periodismo de soluciones en las universidades de Arizona, pude ver algo poderoso en los ojos de los estudiantes bilingües, como lo vi en los ojos de Felina.
Cuando uno es joven, los ideales son grandes y en ocasiones utópicos, el futuro puede parecer lejano y los sueños pueden sentirse fuera de alcance.
Los periodistas con experiencia, como yo, estamos aquí para recordarles que pueden lograrlo. Pueden escribir con dignidad para sus comunidades. Pueden cuestionar, buscar la verdad y retribuir.
¿Cómo pueden hacerlo?
Con conocimiento, persistencia y periodismo de soluciones.
Yo se que esto no resolverá las desigualdades del sistema que a menudo son impulsadas por el racismo y la discriminación, pero siempre hay un camino que puede dar una luz.
Mi beca estuvo enfocada a impartir talleres a los estudiantes y periodistas bilingües sobre cómo escribir periodismo de soluciones en español.
Pero antes de asumir la responsabilidad, tuve que aprender yo misma a escribirlo. Fue así como desarrollé estos dos proyectos de educación sobre comunidades latinas, los que me dieron las destrezas y seguridad para compartir con otros colegas y alumnos el conocimiento alcanzado.
Puede leer estas dos historias en el sitio web de noticias sin fines de lucro de AZ Luminaria. También puede encontrarlos como modelo para que otros aprendan en Solutions Story Tracker, con más de 15,100 historias de 8,600 periodistas y 1,900 medios de comunicación que se extienden por 190 países.

Durante mi experiencia liderando los talleres en la Universidad de Arizona, conté con el apoyo generoso de la directora de la escuela de periodismo, Jessica Retis, la periodista veterana Liliana López Ruelas y unas de mis editoras y fundadora de AZ Luminaria Irene McKisson.
En mi segundo taller, realizado en la Universidad Estatal de Arizona, me apoyaron con su experiencia Julio Cisneros, profesor de Walter Cronkite School of Journalism and Mass Communication, y Dianna Náñez, mi editora ejecutiva y otra cofundadora de AZ Luminaria, ambos periodistas con conocimiento en el periodismo de soluciones.
Durante el desarrollo de las capacitaciones me encontré con dos panoramas distintos, pero que convergen en un solo camino: el interés por aprender este nuevo método y usarlo para elevar las voces de las comunidades subrepresentadas y desatendidas.
El primer taller impartido en abril mostró a estudiantes deseosos de conocimiento y receptivos por aprender, pero sobre todo, interesados en servir a sus comunidades bilingües e hispanohablantes por medio de sus reportajes.
El segundo escenario, el mismo mes, conformado por estudiantes y colegas periodistas con experiencia, se formó el diálogo con más cuestionamientos sobre cómo encontrar ideas para historias y cómo investigar soluciones. De igual forma estaban interesados en las capacitaciones, mostrando una amplia curiosidad para llevar este tipo de periodismo a sus redacciones para servir a nuestras comunidades.
Entre todos ellos pude percibir el sentido de una identidad compartida y enaltecida al escribir reportajes en español.
Aunque la mayoría de los estudiantes y periodistas que asistieron son bilingües, comprenden que dentro de muchas familias y entornos fronterizos en Arizona, el español es el único idioma que se habla.
Es así, como escribir en español se vuelve una solución ante la falta de información de calidad que merecen las comunidades hispanohablantes.
Este esfuerzo por compartir el periodismo de soluciones basado en evidencia puede traducirse en equidad en los modelos de noticias que informan mejor sobre las decisiones y temas críticos en las comunidades latinas e inmigrantes.
Lo que yo descubrí, en lo personal, reveló cómo nuestra industria de noticias se ha centrado durante mucho tiempo en los problemas, desdibujando las realidades de tantas personas en nuestras comunidades que trabajan para encontrar soluciones compartidas.
Muchos de los que asistieron a los talleres inicialmente confundieron el periodismo de soluciones con el activismo.
¿Hasta qué punto el periodismo y algunos periodistas se han alejado de nuestras comunidades para que vean las soluciones basadas en evidencia como activismo?
En verdad, el periodismo de soluciones es un proceso dedicado y minucioso que involucra estudio, verificación de datos y análisis riguroso. Mi editora, Dianna, una periodista de investigación, compartió esto con la clase en ASU: Si quieres aprender a ser un periodista de investigación que se centre en nuestras comunidades y escriba historias que logren que el poder rinda cuentas, aprende a escribir periodismo de soluciones.

Hice crecer mi propia voz para compartir historias de mis comunidades
Un momento clave que me ayudó a comprender la creciente búsqueda de periodismo que sirva mejor a nuestras comunidades que hablan español sucedió en ASU, Rosanna Feyerabend, fundadora de un proyecto de periodismo local en su propia comunidad al norte de Arizona, subió a su auto y manejó por más de dos hora para ser parte de la capacitación.
Si hay esa voluntad de desplazarse de una ciudad a otra para aprender, debería de haber más voluntad por parte de las organizaciones para invertir en capacitar a periodistas que hablan y escriben en español en programas y becas tan relevantes como los del Solutions Journalism Network.
Este es solo un poderoso ejemplo.
¿Quieren otro?
Una mañana antes de dar mi segundo taller en ASU, recibí una llamada de Victor Ceniceros, un maestro de periodismo de la Universidad Xochicalco en Baja California.
Me dijo que estaba interesado en trasladarse desde Mexicali a Phoenix, que son cuatro horas de camino, más el tiempo esperando el cruce de la garita internacional, con más de 15 alumnos para asistir a mi taller.
Le dije que esperara. Decidí que era hora de compartir el conocimiento que aprendí con la gente de mi ciudad natal.
A mediados de septiembre regresaré a México para organizar un taller de periodismo de soluciones en Mexicali, donde Víctor y sus estudiantes que hablan español, mi idioma, pueden asistir a mi clase sin tomar tanto riesgo de manejar tan lejos hasta Phoenix.
Para mí, para Victor y para muchos otros como nosotros cuya lengua materna es el español, la voluntad de aprender e investigar soluciones para nuestras comunidades es lo suficientemente importante como para invertir tiempo, viajar horas y cruzar fronteras.
Y ya que estamos hablando de fronteras, lenguaje y la carrera de periodismo en la que llevo casi tres décadas estudiando, quiero dejar claro que estamos sentando un precedente al llevar esta forma de periodismo de soluciones de Estados Unidos hasta la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), mi alma máter, logrando hacer estos talleres binacionales.
Fue claro entender que nuestras comunidades demandan más que solo noticias tradicionales en español, que a menudo se enfocan en farándula, crímenes y crisis.
Los estudiantes y reporteros latinos están ansiosos por aprender, y sin importar el tiempo que pasan comenzando desde cero, conduciendo a través de las ciudades o las fronteras que tienen que cruzar, se presentan.
He aprendido a investigar problemas y comprender mejor a las personas y a las comunidades que buscan y crean soluciones. En Arizona Luminaria y con periodismo de soluciones, se ha abierto un espacio para mí y nuestras comunidades.
En un estado con leyes solo en inglés, a veces solía pensar que mi propia voz y mi propio periodismo en español impecable se veían disminuidos por mi imperfecto inglés. Me equivoqué.
Ahora, estoy instalada en mi nuevo hogar con mis dos perritos chihuahuas, rodeada de colegas y amigos sinceros. Estoy usando mi voz y mi lenguaje para compartir una mejor manera de hacer periodismo que empodere a las personas. Les dije, no es tan malo empezar de cero.
Es tiempo de que los periodistas reconozcamos que los lectores que hablan español quieren historias centradas en la comunidad con más contexto y evidencia que muestre dónde están funcionando las soluciones, por qué funcionan o por qué no.
Es tiempo de escribir y publicar ampliamente periodismo de soluciones en español.
Los hispanohablantes tienen una voz poderosa, tan poderosa como la de Felina cuando era una niña en las escuelas de Arizona. Tan poderosa como la maestra y líder que Felina es ahora, en esos mismos sistemas escolares.
Es tiempo de escuchar.
Creditos
Editora: Dianna M. Náñez Editora de copia: Becky Pallack Visuales: Noelle Haro-Gomez, Beatriz Limón Traducción: Beatriz Limón, Dianna M. Náñez