Este reportaje es parte de una serie de perfiles posibles gracias al apoyo financiero del Arizona Community Foundation para impulsar reportajes a fondo sobre la educación latina, sus oportunidades y sus brechas.

La madre de Jessica Bernal-Mejia fue maestra. Su padre consejero. Sus tías directoras en Douglas. Y su abuelita conducía el autobús escolar.

La educación la lleva en su sangre.

También, la lucha por la equidad en los salones de clases y en las vidas de las familias chicanas y mexicanas de Arizona.

“Mi familia está super orientada en la justicia social”, dice Jessica. “Recuerdo estar en la línea de la huelga en la (escuela) primaria porque mis padres estaban luchando por incrementos salariales”.

Su tío fue partícipe de las históricas huelgas de campesinos en contra de los productores de uva y su abuelo ayudó a organizar a mineros y fundidores de metales en Bisbee, Douglas y Morenci.

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Jessica nació, creció y se educó en Tucson.

Cuando era estudiantes en la Universidad de Arizona, pasaba horas conociendo a otros estudiantes chicanos y latinosen el Centro Estudiantil Adalberto y Ana Guerrero. Pasó su tiempo inmersa en libros sobre la historia mexicoamericana, aprendiendo sobre cómo generaciones de gente como su familia han forjado a Arizona y Estados Unidos.

Jessica se reconoce como activista, defensora y educadora.

Sin embargo, en primer lugar y siempre, soy la hija de María Moreno y José Mejia, dice.

Jessica empezó su profesión en las aulas siendo una de las últimas docentes en enseñar estudios mexicanos americanos, conocidos comúnmente como MAS, por sus siglas en inglés, antes de que en 2012 legisladores republicanos presionaran al Distrito Escolar Unificado de Tucson para acabar con el programa.

Fue en 1974 cuando el programa educativo inició de forma voluntaria después de que estudiantes latinos y afro americanos decidieron presentar una demanda federal colectiva sobre la desegregación racial en escuelas en contra del Distrito Escolar Unificado de Tucson (TUSD, por sus siglas en inglés).

Familias argumentaron que los estudiantes latinos y afros en el distrito escolar eran tratados de manera diferencial en comparación a los estudiantes blancos, y que se les estaba discriminando inconstitucionalmente por su raza y origen.

La creación del programa fue uno de los muchos métodos para abordar las desigualdades y remediar los “efectos existentes de actos o políticas discriminatorias del pasado”, según un decreto de consentimiento.

Durante su mandato anterior como principal funcionario de educación de Arizona, el superintendente Tom Horne presionó con éxito a una legislatura estatal controlada por el Partido Republicano para aprobar una ley de 2010 para restringir los cursos de educación en estudios étnicos, incluidos los que están “diseñados principalmente para alumnos de un grupo étnico en particular”.

La ley se mantuvo durante siete años, hasta que una demanda presentada por estudiantes latinos y sus padres, logró que un juez federal dictaminara que la prohibición era racista.

En 2017, un juez federal determinó que tanto la “promulgación como la aplicación” de la prohibición “fueron motivadas por animosidad racial”, violando la cláusula de protección igualitaria de la Constitución.

“Los estudiantes tienen el derecho, garantizado por la Primera Enmienda, a recibir información e ideas”, escribió el juez A. Wallace Tashima en su decisión. “Ese derecho aplica en el contexto del diseño del currículo escolar”.

Después de la prohibición, Jessica ayudó a crear el departamento donde hoy trabaja. Actualmente, ella es mentora de maestros en TUSD, ayudándolos a desarrollar un plan de estudios que se centre en las experiencias de las personas racializadas, con un enfoque particular en las perspectivas de mexicanos americanos y afro americanos.

También se convirtió en organizadora de la convención anual Collaborative Research in Action (Investigación Colectiva en Acción).

La convención reúne a estudiantes de kinder a bachillerato de todo Arizona para que expongan proyectos de investigación sobre temas de justicia social que impactan a sus comunidades.

En 2023, la convención contó con alrededor de 60 presentaciones de más de 200 estudiantes con proyectos que abordaron temas como la brutalidad policial, la inmigración y los códigos de género en la vestimenta.

Enfrentó retos para estudiarlo, ahora enseña

Cuando Jessica estudiaba en Tucson High School, ella se acercó a su consejero y habló sobre la posibilidad de tomar el curso de estudios mexicano americanos. El consejero le dijo que no se vería bien en su solicitud universitaria.

En cambio, dijo el consejero, ella debería tomar una clase sobre arte europeo.

Entonces entró a la Universidad de Arizona y se dio cuenta que quería titularse en estudios mexicanos americanos.

Pensé: “‘Voy a ser maestra de MAS’. Este consejero vino a mi (diciendo) que no podía estudiarlo’”, dice entre risas. “¿Pues, adivina qué? Voy a enseñarlo”.

“La razón de ser de los estudios mexicanos americanos es porque en las escuelas no enseñaban nuestra historia”, dice. “Sentíamos que algo estaba mal, pero no teníamos el vocabulario para explicarlo. MAS ayudó a articular eso. Aprendimos sobre cómo luce la opresión, cómo se siente la liberación”.

En 2011, Jessica se graduó con doble titulación en historia y estudios mexicanos americanos. Inmediatamente después empezó una maestría para obtener un certificado en docencia.

Cuando ingresó al salón de clases por primera vez como maestra en 2012, ella se adentró en el punto álgido de la controversia legislativa en torno a los estudios mexicanos americanos en TUSD.

Enseñó un curso durante un semestre, antes de que la junta administrativa de TUSD eliminará el programa después de que la ex-gobernadora Jan Brewer firmó la ley prohibiendo clases de estudios étnicos. Dicha ley que luego se determinó como inconstitucional y racialmente discriminatoria.

“Nuestros libros los encajonaron”, dice Jessica.

Luego, llegaron las confiscaciones obligatorias.

“Tuvimos que entregar nuestros plan de estudios”, dice. “Fue muy, muy triste”.

‘Queremos hacer un mundo mejor’

El distrito siguió las órdenes del estado. Aun cuando TUSD estuviera bajo órdenes de desegregación racial y necesitaba estar al servicio de sus estudiantes mexicanos americanos y afroamericanos, dice ella.

Jessica trabajó para ayudar a la juventud que por generaciones sólo han querido aprender y saber más sobre la historia de todas las personas en los Estados Unidos. Ella armó un currículo para el departamento de Pedagogía e Instrucción Culturalmente Responsable (Culturally Responsive Pedagogy and Instruction) de TUSD.

“Aún estábamos bajo mucho escrutinio”, dice. “Llegaban como cuatro tipos con trajes y portapapeles y tomaban notas sobre nuestros pósters y las cosas que enseñábamos”.

Los maestros en instrucción culturalmente responsable por lo general enseñan inglés o historia. Jessica dice que Pueblo High School también incluía a un maestro de química que ayudaba a los estudiantes a entender temas relacionados con el derecho al agua en un estado desértico con raíces indígenas y fronterizas.

“Nuestros jóvenes y maestros lo anhelaban”, dice. “Queremos hacer un mundo mejor para nosotros mismos y para el futuro”.

Por muchos años, Jessica enseñó clases de historia y gobierno incluyendo las vidas y contribuciones de mexicanos americanos y afroamericanos. Cuando dejó el salón de clases, se convirtió en mentora.

Jessica ahora trabaja con maestros en todas las 14 escuelas preparatorias y muchas de las primarias de TUSD.

Los capacita en la estrategia educativa conocida como Estudios de Investigación y Acción Participativa Juvenil (Youth Participatory Action Research). Es un nombre largo que simplemente significa empoderar a los estudiantes para ser líderes en temas que afectan a sus propias vidas y comunidades.

Jessica ayuda a docentes a diseñar sus lecciones de investigación participativa para que puedan continuar cumpliendo con los estándares educativos estatales. Aprenden a seguir esos estándares y a responder preguntas de estudiantes sobre convivir con problemáticas del control de armas de fuego y temas de baños de género neutro.

En 2017, tuvo una estudiante, Madeline Jeans. Fueron a una reunión de graduación para estudiantes de cuarto año de Pueblo. El personal de la escuela le dijo a Madeline: No se permite que uses tu estola nativa americana en la graduación.

“Ella dijo, ‘Esto es realmente injusto’”, recuerda Jessica.

Juntas, fueron a hablar con el director.

El director las mandó al superintendente.

El superintendente las mandó a la junta administrativa de TUSD.

Cuando Madeline se graduó, junto a ella estaba con el Consejo Juvenil Nativo de Tucson y con Lourdes Pereira, otra alumna de Pueblo que se graduó en 2019.

Los líderes estudiantiles exitosamente convencieron a la junta de TUSD para que cambiaran sus políticas.

En 2021, Arizona aprobó una ley que establece que los ciudadanos de naciones nativas reconocidas por el gobierno federal pueden usar las estolas tradicionales durante las graduaciones.

Aquí estamos

Jessica cree que el método que prioriza la participación estudiantil se centra en enseñar a estudiantes como Madeline a reconocerse a sí mismas. Como individuos y como parte de una comunidad más grande que se cuida mutuamente.

“Ella pudo haber estado contenta no más con graduarse con su estola, pero dijo, ‘¿Bueno, y qué pasa con los demás?’”, dice Jessica.

“La idea es más sobre ‘nosotros’ en vez de ‘yo’”, dice.

Jessica se recuerda a sí misma los triunfos de sus alumnos para aprender y retribuir.

Dice que los maestros en Arizona hoy en día navegan en un sistema educativo entre un estado con una historia de racismo y discriminación inconstitucional. Ella piensa en el espacio que sus estudiantes conforman y crean en un mundo cambiante.

“La educación ahora mismo es una lucha”, dice Jessica. “Más de lo que ha sido en mucho tiempo”.

Jessica aún ve ecos de la prohibición de los estudios mexicanos americanos en las actuales conversaciones sobre la educación en Arizona y en Estados Unidos. Muchos estudiantes en Tucson, dice, conocen que su actual superintendente de educación ayudó a publicar una propuesta de ley que un juez determinó está basada en el racismo y la discriminación.

A cada generación de maestros le corresponde aprender de sus propios estudiantes.

Jessica está lista.

“Yo soy más de ‘Sigamos retando los límites hasta que alguien me detenga’’”, dice. “Porque si nos quedamos callados y nada más nos preparamos y preparamos y preparamos, siento que estamos siendo injustos con nuestros estudiantes”.

Jessica ha estado enseñando clases lo suficiente para saber que nadie tiene todas las respuestas.

Ella está parada junto a una pared con un mensaje. Ahí, en el mismo centro estudiantil donde pasó sus días de alumna universitaria durante su propio viaje de aprendizaje para comprender y reconocer las contribuciones y la historia de los mexicanos en Arizona y Estados Unidos.

El mensaje dice:

“Aquí estamos

Y no

Nos vamos”

Créditos

Editora: Dianna M. Náñez Editora de Copia: Beatriz Limón, Irene McKisson Fotos: Reia Li Traducción: Laura Gómez Rodriguez

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